El "del dicho al hecho" de la política petrolera venezolana
Frente a esa realidad, el pasado jueves 7 de noviembre tuvo lugar el foro Perspectivas 2013 de la firma Ecoanalítica, destinado a difundir las proyecciones y análisis de destacados expertos en materia económica y política sobre el devenir inmediato de Venezuela. Como ponente especialista en temas de política petrolera estuvo Igor Hernández, coordinador del Centro de Energía y Ambiente del IESA (CIEA).
Destacando el frágil consenso existente sobre estabilidad de precios de crudo durante los próximos años –en torno a 100$-, Hernández profundizó en las ventajas comparativas que retiene la industria. Partiendo de las mayores reservas probadas de crudo a costos muy inferiores a los desarrollos no convencionales norteamericanos, Venezuela se encuentra ante una ventana de oportunidad dorada.
No obstante, obstáculos en infraestructura, gerencia, comercialización y procura de los nuevos proyectos en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO), dificultan su aprovechamiento. A ello se suma la inestabilidad del marco fiscal y regulatorio, así como un historial negativo de expropiaciones forzadas tanto de socios como contratistas de servicios, provocando niveles de inversión insuficientes respecto a los planes del sector. Todo ello evidenciado en el incumplimiento de metas de producción para los desarrollos en los bloques Junín de la FPO, tan sólo logrando 20% de la producción objetivo para 2013.
La situación financiera de PDVSA tampoco facilita el cumplimiento del Plan Siembra Petrolera, en tanto se encuentra cargada de obligaciones parafiscales y distorsiones cambiarias que perjudican sus flujos de caja. Flujos – vale la pena recordar – reducidos por obligaciones de cooperación regional. Esto ha llevado a un creciente endeudamiento de la estatal, tanto en moneda extranjera como nacional, e incluso financiamiento monetario directo del BCV. Además, la creciente tendencia a incrementar la nómina de PDVSA ha contribuido a situar la producción por empleado en su nivel más bajo desde 1949.
Por último, el tratamiento que se ha otorgado a las metas de producción parece no ser cónsono con la realidad. A medida que ha transcurrido el tiempo y las metas parecen menos viables, las declaraciones públicas de las autoridades han tendido a subestimar los plazos necesarios para alcanzarlas. En palabras de Hernández: “Del dicho al hecho, en materia petrolera, parece faltar un gran trecho”.
Destacando el frágil consenso existente sobre estabilidad de precios de crudo durante los próximos años –en torno a 100$-, Hernández profundizó en las ventajas comparativas que retiene la industria. Partiendo de las mayores reservas probadas de crudo a costos muy inferiores a los desarrollos no convencionales norteamericanos, Venezuela se encuentra ante una ventana de oportunidad dorada.
No obstante, obstáculos en infraestructura, gerencia, comercialización y procura de los nuevos proyectos en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO), dificultan su aprovechamiento. A ello se suma la inestabilidad del marco fiscal y regulatorio, así como un historial negativo de expropiaciones forzadas tanto de socios como contratistas de servicios, provocando niveles de inversión insuficientes respecto a los planes del sector. Todo ello evidenciado en el incumplimiento de metas de producción para los desarrollos en los bloques Junín de la FPO, tan sólo logrando 20% de la producción objetivo para 2013.
La situación financiera de PDVSA tampoco facilita el cumplimiento del Plan Siembra Petrolera, en tanto se encuentra cargada de obligaciones parafiscales y distorsiones cambiarias que perjudican sus flujos de caja. Flujos – vale la pena recordar – reducidos por obligaciones de cooperación regional. Esto ha llevado a un creciente endeudamiento de la estatal, tanto en moneda extranjera como nacional, e incluso financiamiento monetario directo del BCV. Además, la creciente tendencia a incrementar la nómina de PDVSA ha contribuido a situar la producción por empleado en su nivel más bajo desde 1949.
Por último, el tratamiento que se ha otorgado a las metas de producción parece no ser cónsono con la realidad. A medida que ha transcurrido el tiempo y las metas parecen menos viables, las declaraciones públicas de las autoridades han tendido a subestimar los plazos necesarios para alcanzarlas. En palabras de Hernández: “Del dicho al hecho, en materia petrolera, parece faltar un gran trecho”.