Los gerentes sean modelo

07 mar 2014 Comparte
Por Nunzia Auletta.

Después de casi veinte años de docencia, hoy agradezco más que nunca el privilegio de poder dedicar mis días a formar gerentes que puedan contribuir con el desarrollo de nuestro país. Ha sido siempre un aprendizaje mutuo, con el reto de investigar estrategias y acciones que permiten a nuestras organizaciones ser exitosas en un entorno que siempre ha sido complejo.

En dos décadas hemos visto reformas y revoluciones, paquetes neoliberales y paquetes socialistas, crisis económicas, políticas y sociales. Hemos visto empresas nuevas, creciendo e internacionalizándose, pero también otras cerrando y siendo expropiadas. Muchas bien gerenciadas por hombres y mujeres que han hecho de la resiliencia y el compromiso su guía. Otras mal gerenciadas por aquellos que siguen los atajos del oportunismo cortoplacista. Nada que no suceda en cualquier país del mundo: buenos y malos gerentes.

Sin embargo, en los últimos meses, he visto un cambio de registro. Una sombra creciente que aún no logro describir, pero es una mezcla de desesperanza y burla que termina dejando el sabor amargo de un cinismo estéril, capaz de sabotear ideas e iniciativas, sin indicar caminos alternativos.

El humor criollo, cuando se canaliza para desmerecer nuestros logros, es un inhabilitador de acciones que nos impide enfocarnos en las posibilidades.

Hace un par de semanas asistí a las presentaciones de proyectos de innovación de 50 gerentes jóvenes de las mejores organizaciones del país. Había allí buenas propuestas, afinadas con investigación y método, presentadas con pericia y propiedad, pero con desencanto. A cada idea se escuchaban comentarios de “eso no se puede hacer en Venezuela”, o, lo que más me entristeció, las acotaciones jocosas que se han convertido en nuestro mecanismo de defensa a la frustración que a veces nos embarga. Debo confesar que no pude con eso. Que el compromiso y el respeto que les debo a mis estudiantes me llevó a recordarles el compromiso y el respeto que le deben a sí mismos, a sus capacidades, a sus excelencias y a su esfuerzo de seguir creciendo profesionalmente.
Considero que el humor criollo, cuando se canaliza para desmerecer nuestros logros, es un arma de destrucción, un inhabilitador de acciones, que nos condena a hablar de las pequeñeces en lugar de enfocarnos en las posibilidades. La risa del momento, puede darnos un toque de liviandad necesaria, pero al mismo tiempo es una excusa para no abrirnos a la “visión múltiple”, que pregona mi maestro de coaching, el profesor Gustavo Romero, como el punto de partida de conversaciones productivas.

Me niego a aceptar un sistema que parece premiar las soluciones coyunturales, con una óptica de extracción, más que de construcción, donde el “vivo” es imagen de éxito y el competente proyecto de expatriación.

Me da indignación ser la burla de otros países latinoamericanos, que miran a nuestros esfuerzos como un laboratorio de lo imposible, un “caso de estudio” interesante. Burla que es alimentada por nuestra autoironía, por la costumbre tan criolla de criticar lo nuestro, que no encuentra correspondencia en otros países de la región donde no se cansan de manifestar su orgullo por cada producto, empresa o personalidad que vista sus colores patrios.

Los gerentes deben ser modelos de rol positivo, portadores de valores de responsabilidad social e integridad.

Invito a mis estudiantes, y a tantos gerentes del sector público y privado, que trabajan en el país a que sean serios en sus propósitos, que defiendan sus ideas pero estén abiertos a las de los demás, y que le huyan al cinismo fácil, al que transfiere las responsabilidades sobre factores fuera de control.

Los gerentes deben ser modelos de rol positivo, portadores de valores de responsabilidad social e integridad. Deben tomarse en serio, pues de ello dependen sus colaboradores, sus organizaciones, y en última instancia su país.

Nadie pone en duda nuestras competencias, el reclutamiento constante de nuestros jóvenes profesionales en organizaciones de todo el continente son una prueba de ello. Entonces no pongamos nosotros en duda nuestras posibilidades. Esa es la responsabilidad que cada uno tiene en construir la Venezuela que debemos cuidar para nuestros hijos.


Nunzia Auletta
@nunziaauletta

Artículo publicado en el periódico PiazzaItalia del 15 de febrero de 2014, año II, n° 02, página 6.
Puedes descargar este artículo en PDF en la página www.agoramagazine.it

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