Dr. Manuel Figuera: “Estudiar en el IESA me cambió la vida”
Fotografía de: Evelyn Crende | RMTF para Prodavinci
Manuel Enrique Figuera es el cuarto y último hijo de un matrimonio entre una merideña y un tucupitense. Su madre era ama de casa y su padre médico pediatra egresado de la Universidad Central de Venezuela. “Nací mientras papá estudiaba el posgrado de Pediatría”, dice. Por esta razón no es de extrañar que entre sus juguetes estuvieran un atlas de dermatología con el que “fastidiaba” a sus hermanos mayores y el estetoscopio. “Al final, la admiración hacia mi papá me motivó a estudiar Medicina”.
Se formó como médico cirujano en la misma universidad y descubrió su vocación como infectólogo en una de las salas de servicio mientras realizaba su Posgrado en Medicina Interna: “Allí había 15 camas y casi todos los pacientes eran de VIH/SIDA. Me gustaba estar ahí y buscar ayudar a esas personas porque era casi milagroso ver cómo llegaban tan delicados, pero si uno hacía lo adecuado sobrevivían”, explica.
El mismo día de su acto de graduación de posgrado, en el año 2003, le propusieron quedarse como docente de Medicina I. “Para mí fue maravilloso porque en esa época estaba casado con un hijo y otro en camino. Comenzar allí era tener cierta estabilidad laboral. Eso me permitió abrir camino”, comparte.
Un par de años después, en el 2005, le dieron la oportunidad de ser coordinador, en conjunto con otro docente, de la línea de investigación en el área de VIH/SIDA, donde asesoraba a los residentes con los trabajos de investigación.
En el 2010 el país seguía deteriorándose, y con la llegada de su tercer hijo las aspiraciones como docentes no tenían el mismo sentido. “Me gustaba ser docente, pero tenía mucho trabajo, responsabilidades y muy poco tiempo –expresa–. Además, los hospitales pasaban por muchas deficiencias: no había tomógrafos, los laboratorios no funcionaban, una biopsia tenía que hacerse afuera… el sistema hospitalario estaba colapsado”.
Durante los años posteriores, se desempeñó como prestador de servicios médicos con aseguradoras y clínicas privadas, pero la crisis lo alcanzaría: en el 2017 Sánitas quebró. “Con la seguradora perdí parte de los pacientes. Las clínicas estaban vacías porque no todo el mundo tenía la posibilidad de acceder en caso de una emergencia y las empresas ya no estaban asegurando a las personas”, dice.
Desesperado, en el 2018, como tantos venezolanos, comenzó a tocar puertas en el extranjero: “Mandé mi currículo a diferentes empresas internacionales; busqué emigrar, pero yo no tenía suficiente experiencia en el área farmacéutica”; así que decidió prepararse para mejorar.
Su paso por el IESA
En el 2019 entró al Programa de Formación Gerencial del IESA. “Se me quitó el estrés. Más bien comencé a redimensionar las cosas y apliqué para la Maestría de Mercadeo”, dice.
Figuera, como tantos otros que buscan oportunidades de crecimiento profesional, solicitó una beca al instituto que le fue otorgada 100% gracias a los resultados con excelencia en su prueba de admisión.
Conjuntamente, ese mismo año, María Graciela López, quien lo conocía desde la universidad, le dio la oportunidad de ser parte de la junta directiva de la Sociedad Venezolana de Infectología como vicepresidente. “Para mí fue tremenda responsabilidad y de algún modo busqué no decepcionarla. Pensé que era justo allí donde podía poner en práctica lo que estaba aprendiendo en mis estudios de Mercadeo”.
Partiendo de la premisa de que el mercadeo está en todo, y entendiendo la importancia de una sociedad científica, lo primero que pidió fue el manejo de las redes sociales. “Comencé con 500 seguidores, y en cuestión de meses las llevé a 4 mil simplemente bajo una estrategia de contenido y dándole valor a la comunidad”. Hoy en día la cuenta de @svinfectologia tiene más de 82 mil seguidores, todos obtenidos de manera orgánica.
Actualmente, Figuera es presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología, fue nombrado en junio de 2021. “Comprender la Sociedad como una marca y buscar mejorar su posicionamiento e identidad en un área que es totalmente virgen fue producto de lo que aprendí en el IESA, porque sí existe mercadeo en medicina, pero no lo manejan médicos”, expresa.
Desea que la Sociedad tenga el reconocimiento de la comunidad científica en Venezuela e internacionalmente: “Debemos seguir creyendo, creando y soñando porque tenemos plataformas digitales que no nos cuestan mucho dinero; eso nos permitirá llegar más lejos que antes y a miles de personas”, asegura.
Nuevas puertas que se abren
A raíz de estudiar en el IESA su historia profesional comenzó a transformarse para bien y encontró de nuevo su camino. “Desde el 2018 a mí me cambió la vida”. En ese momento las cosas comenzaron a mejorar y ya el país no parecía tan gris; “se abrieron puertas”, cuenta. Pudo concretar alianzas con SOS Telemedicina (donde llevaron a cabo la primera Teleclínica Echo Infectología), Convive, Alimenta la Solidaridad, UNICEF y muchas otras instituciones que le han permitido posicionar la institución. Asimismo, lo nombraron Superintendente de Salud Baruta, lo que le permitió poner en práctica lo aprendido también en el sector público: “Ha sido un aprendizaje muy importante. Habiendo situaciones tan limitantes en el país, en equipo hemos podido hacer cosas muy valiosas”.
Como un acto fortuito, la formación que recibió le permitió estar preparado para el momento de la pandemia; a esa altura, ya contaba con unas redes muy poderosas y que podían ser portal para educar a las personas en temas desconocidos como la covid-19. “En pandemia crecimos mucho más, lo que nos permitió seguir activos y continuar con muchas actividades”, detalla. En el camino se unió el medio de comunicación Prodavinci, el cual hasta ahora sigue publicando las guías terapéuticas, lo que permite replicar orientación informativa acerca del virus.
“Desde el punto de vista emocional a los médicos nos ha afectado mucho la pandemia; en principio era demasiado agotamiento y miedo”, asegura. Sentimientos que lo ayudaron a comprender que “en medicina no todo es ciencia y medicamentos; la humanidad es muy importante”.
Expresa que ahora ve un mundo (personas) que desea apoyar y colaborar. Lo ejemplifica con la ejecución del XIV Congreso Venezolano de Infectología, realizado del 21 al 25 de junio de 2021. “La modalidad virtual nos permitió tener la participación de personas de diferentes partes del mundo sin mayores costos ni inversiones”.
“Al final los países lo hacen las personas”, asegura, y nosotros estamos de acuerdo con eso. De todo el viaje que recorrió desde 2017 pasó de estar angustiado y deprimido a estar feliz y satisfecho, y entendió que el trabajo para mayor impacto no podía hacerlo solo. “Unirme con personas con experiencia y aprender de ellos me enseñó que el trabajo debe ser colaborativo, simbiótico y sinérgico, porque la fortaleza de cada una de las partes hace que el resultado sea superior al que podemos lograr de manera aislada”.
“Son muchas personas las que estamos haciendo cosas positivas y eso lo pude percibir en el IESA. Yo decía: ¡Guau!, hay gente que sigue creyendo en el país a pesar de las dificultades… Así es como el Instituto me cambió la vida: soñé, toqué la puerta, y me la abrieron”, culmina.
Como Manuel, hay muchos egresados cambiando vidas y creando proyectos para el país y para la sociedad. Tú también puedes ser parte del cambio dando un giro a tu carrera profesional cursando una Maestría IESA.
Por María Andreína Pernalete